viernes, 7 de septiembre de 2007

Crónica de una muerte anunciada



El día de su muerte había llegado, “La china” despertó de golpe. Lo hizo en la barra de un bar, el cantinero le tiró el resto de cerveza que dejó en su vaso. Le dolía la cabeza, fue ardua la noche. Dio dos pasos, y respiró el nocivo olor de la mañana. De pronto, el sórdido recuerdo que tenía volvió a su mente, fue rápido y congelante como la cocaína que estimulaba su vida. Tenía que hacer ese pase, pero cómo se preguntó. Un sueño le advirtió del peligro que corría. Las imágenes eran confusas, vivía en un cuadro de Dalí, entre relojes chorreados y un desierto infinito.
Lo leí en una carta que adjuntaba una fotografía donde no me quedaba más dudas lo ninfomanía que era. ¡Merecía la muerte!

Escrito por:
Elder Cuevas
Ejercicio de Crónica de una muerte anunciada.

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