lunes, 1 de febrero de 2010
La ética de Avatar: La censura de un comentario
Tal vez lo más pertinente es hablar de cómo se muestra lo fabulado. La “realidad” lo asimila dentro de esta acepción, dejándola como base del entendimiento. Si Avatar languidece en su postura ecológica, no es materia de discusión, sino cómo se presenta ante nuestra perspectiva. ¿Acaso no somos una sociedad anómica? ¿Acaso esto no es producto de la hiperralidad? ¿Acaso no somos, lo que el psicoanálisis define como, cínicos?
Si el filme encuentra algún escollo, finalmente el espectador acudirá a verlo porque simplemente le interesa complacer su goce. Ahora, tras lo expuesto ¿si incurre en una falta ética, es correcto que las personas, con conocimiento de ello, aún la vean?Evidentemente no se detendrán a reflexionar sobre lo mencionado antes de entrar a un cine, más aún si gana el premio de la Academia.
A las personas solo les interesa lo que el narcisismo les indica, la modernidad no está más entre nosotros, por eso todos –o casi todos- respondemos a lo que el capitalismo tardío nos condiciona.
El ecologismo, y tantas otras labores sociales, son el último intento por evitar la catástrofe, pero no porque les importe el Otro (el gran Otro), sino porque simplemente no quieren derretirse con el calentamiento global;es un interés enmascarado, no por un bien social, sino porque ya no podrán disfrutar de su playa o club, como habitualmente están acostumbrados.
viernes, 22 de enero de 2010
Grupo 5: La estupidez del 2009
Con frecuencia comentar un filme es complejo. Descifrar la intencionalidad- que es absolutamente distinta a la intención- implica una lectura sesuda del texto. Todo esto, como resultado a la creación que es una etapa donde los conceptos afloran haciendo del corpus de la película un discurso enriquecido.
Incluso cuando una película es mala, hay ciertas ideas que fueron pensadas, pero que infaustamente no lograron concretarse frente a la audiencia. Sin embargo, ¿Qué sucede si un filme no tiene nada de esto? ¿Es un bodrio? ¿Es un desastre en la cartelera?
Lamentablemente tiene nombre completo, y peor aún una nacionalidad que reafirma una austera producción nacional, específicamente de contenido.
Motor y Motivo es un atentado al séptimo arte; sin rumbo ni coherencia, se aventura a pseudo contar una historia. Aún así, el problema no es del todo cómo afrenta la narración, sino el bloque absoluto que genera. Con una publicidad descarada, que está presente todo el tiempo en todos los encuadres de la forma más burda y risible. Es una pantomima que con el trascurso de los minutos se torna intolerable.
Es un experimento de Road Trip, Musical, Melodrama, video-clip pero del más bajo rendimiento, acoplando figuras la televisión sin mayor explicación.
Enrique Chimoy, junto con sus productores, han querido hacer un filme popular, y eso no tiene nada de malo; sin embargo, el error garrafal radica en la utópica idea de “emocionar” bajo la forma (más burda), sin siquiera tener conocimiento de lo que es el contenido.
Finalmente tras varios saltos de continuidad, discordancia en el guión, la peor escena es el “gran” desenlace. Tras el secuestro del hermano menor de los Yaipén, Carlos Cano obliga a que Elmer Yapién maneje a un lugar ‘seguro’ donde pueda firmar los papeles para la venta del Grupo 5. Según la historia Cano es muy poderoso; sin embargo, sube a la parte posterior de la camioneta, absolutamente solo, sin que nadie pueda resguardarlo, dejando a Yapién al volante para que lo lleve a “algún lugar tranquilo” para que se de la transacción. Cabe resaltar que están en Monsefú, por lo tanto, la confianza que “deposita” en el músico es irracional; ¿Por qué el dominante de la escena se pone en manos de la víctima? Al llegar a “Lobitos”, Yapién le dice que lo mate, en “su zona, frente a su gente”. De inmediato todos los pobladores de la zona se acercan con palos para ajusticiar lo sucedido. A Chimoy no se le ocurrió mejor idea que expresarlo con primeros planos, nacidos de la espontaneidad y de su “estilo” fuera de lugar.
Absurda, insoportable, denigrante, es uno de los peores filmes de la década, o tal vez, de la historia de la cinematografía nacional. Para bien de nuestras retinas, y de nuestras mentes, esperamos que quede sepultada en el más profundo de la memoria.