Hollywood ha encontrado en la muerte de los hijos un ardid justificable para desarrollar historias buenas y malas.
Desde la sobresaliente La stanza del figlio de Nanni Moretti hasta la magnánima Todo sobre mi madre, los enfoques son diversos; sin embargo, la mirada de Terry George retoma su postura bélica dejada de Hotel Rwanda. Con esto no quiero decir que sea la continuación, ni mucho menos una extensión por la pugna de un territorio.
Atrás quedó la guerra de Tutsis y Hutus; lo que nos relata esta vez es la indagación de un padre que busca justicia tras el atropello de su hijo.
Todo se configura para mostrar una película honesta, que no lleva a extremos las actuaciones, mostrando a una Jennifer Connelly en papel bien asentado, al igual que Joaquin Phoenix y Mark Ruffalo. La historia no sólo busca la venganza, sino apela la capacidad de remordimiento, semejante al de Rodión Raskólnikov, del conflicto interno que se gesta y principalmente que somete los giros. ¿Actuar con Ethos o huir?
No es que sólo embrague a nivel actorial, sino que pasa de un discurso apasionado a la estancia discursiva pasional del director.
Como sostiene el ilustre Desiderio Blanco en su libro Semiótica del texto fílmico, el personaje de Mark Ruffalo pasa de ser un sujeto realizado (deber-ser) en el que tan sólo quiere ser un buen padre, e intenta serlo, a un Sujeto Potencializado, debido al accidente que sufre hay una mutación en el embrague tímico que apela a nivel pasional. La crisis de confianza aumenta y el sujeto se mantiene en un estado del (no creer- deber ser) pues trata de eludir los recuerdos para mantenerse en su ulterior estancia.
Arno pasa de su estado endeble al arrepentimiento llevándolo hacia su entrega; sin embargo, el Ethos no es más que otra fuerza que profundiza el dolor por la homologación de representaciones, cambiando a su hijo por el niño arrollado.
Tras ello, el nuevo Sujeto Actualizado, (saber/ no poder – no ser) es el estado casi inerte en el que Terry George intenta dar el simbolismo de escape a la realidad con las corridas matinales, tratando de huir no sólo de él (como el asesino) sino del pusilánime individuo que no sirve ni para dar el ejemplo a su hijo, que de forma sarcástica lo condena indirectamente.
Él actante sabe que a no hay escapatoria de la cárcel, pero principalmente de su conciencia haciendo que ante la instancia más álgida se coloque la pistola en la cabeza y repita que “está muerto”.
Después de todo ello y una vez exorcizado de sus culpas pasa a un estado modificado pero retorna a ser Sujeto Realizado pero bajo otras circunstancias.
La delimitación de la búsqueda del culpable es la válvula de escape de todos, no solo en el accidente sino en la vida de cada personaje.
Nótese cómo en el universo ficcional existe una degradación hasta “tocar fondo”; convirtiéndonos en seres obnubilados.Terry George que también co-escribe los guiones le da vida nuevamente a historias difícil de creer, pero en su caso el mérito es hacer que el espectado embrague a nivel tímico, pragmático y cognoscitivo con lo que ve.