Es curioso cómo a partir de la Elipsis se puede construir una historia tan imbricada. Si bien puede caer en un exceso el uso del fade a negro, Eimbcke es un director que posee una narrativa magistral haciendo que la ruptura de la linealidad cronológica se vea como lo continuo de la cotidianidad.
La película desarrolla varios aspectos del conflicto personal; como lo hizo en Temporada de Patos, a partir de la dosificación de información la trama envuelve al espectador haciendo que se pregunte qué es lo que quiere el personaje, y principalmente qué es lo que lo motiva.
Ahora bien, los espacios áridos y desérticos reflejan la soledad que cunde en cada uno de sus personajes. Desde el protagonista, la vendedora de repuestos, el adulto mayor hasta el fanático de Bruce Lee.
Es curioso como se desarrollan las relaciones, principalmente las familiares. Nótese cómo la madre actúa en el filme, al igual que el hermano menor. No hay ilación lógica; sin embargo, en los diálogos son donde cada uno de los elementos es revelado para así dar el giro final.
Al igual que Temporada de Patos, el conflicto se mantiene en todo el desarrollo pero de forma críptica.
Por otro lado, el uso de planos fijos para relatar esta historia es algo totalmente interesante. La manera en la que se rompe la linealidad con los fades y el no movimiento de cámara, es semejante al cine de los maestros Jarmusch, Kaurismaki, Bergman y Ozu. Ello permite tener una lectura distinta de la historia, mucho más personal.
Se puede observar en la puesta de escena la influencia de estos. Eimbcke a partir de esta postura, intenta narrar una historia a partir de estos planos, dejando que la construcción sea constante, fluida por el ojo omnisciente que ve lo que sucede en cada uno de los personajes.
Junto con ello hay otro factor sobresaliente que es la ausencia de música, si bien no es igual a L’enfant de los hermanos Dardenne, sólo se emplea en momentos para ahondar en la psiquis del personaje. Además permite reflejar los estados de ánimo contrastados, pues en el caso de la vendedoras de repuestos, no se tiene a una mujer que afronta su rol de madre, sino a un es una niña que no sabe como convivir con hijo que más lo trata como si fuera un muñeco.
Sin duda Fernando Eimbcke es un director astuto y con un estilo, ambicioso y con una alternativa interesante de contar historias, tanto en el plano narrativo como en el visual. Sus finales son la muestra de la otra alternativa, la intensa y pasional, y no convencional.
Escrito por: Elder Cuevas Calderón