Hablar de Bette Davis es mencionar a una de las estrellas más resplandecientes del firmamento fílmico. La reina de Hollywood, la dama de carácter imperante que nunca estuvo debajo de los títulos ni de sus maridos, la Marlon Brandon de su generación, la de los ojos extrañamente cautivadores.
Bette Davis es sin duda la figura epónima del cine de los treintas y cuarentas; la actriz que embelesó a todos por su presencia dentro y fuera del escenario. Una mujer luchadora que obtuvo todo debido a su férreo carácter y perfeccionismo.
En su tiempo admirada y muchas veces odiada -por productores y directores- es simplemente un legado de prototipo a seguir.
Si Katharine Hepburn al finalizar el rodaje de "Suddenly, last summer", le escupió a la cara a Joseph L. Mankiewicz, por consentir los retrasos y caprichos de Elizabeth Taylor, Bette Davis le hubiera arrojado ácido sulfúrico.
Caracterizada por defender los derechos de la mujer, esta no es sólo una actriz que se limitaba a decir sus líneas, ni la cómica ni melodramática que sólo reproduce un personaje, Bette es el personaje mismo. Aquel que sirvió de inspiración a tantas actrices y directores contemporáneos.Pedro Almodóvar construye el personaje de Huma Rojo en Todo sobre mi Madre, a partir de la estela enigmática de la mujer que se hizo leyenda y del humo que estuvo compuesta su vida.
A pesar de haber estado casada más de cuatro veces guardaba una soledad profunda y muchas veces agónica. Según Michael Merrill, -hijo de Davis- fue una madre "maravillosa", aunque su dedicación a la familia estuviese condicionada por su profesión.
Aunque parezca que su vida fue una constante de éxitos el comienzo no fue nada agradable. La primera vez que llegó a Hollywood, acompañada por su madre, no fue recibida por nadie; sin embargo, el empleado que fue en su búsqueda adjudicó que después de mucho esperar no vio a nadie que pareciera actriz.
Esta edificó su carrera a partir de la personalidad que coadyuvó a generar a la diva que es y será por siempre.
Si bien no posee el luminosidad del iris de Elizabeth Taylor, la belleza de Katharine Hepburn, su estilo de performance y fuerza en los ojos hicieron de ella la Reina de Hollywood.
Después de cien años de su nacimiento, en nuestra memoria permanecerá sempiterna las películas que por el garbo y don seduce al espectador.
No es sólo es la manera como actúa sino lo que transmite; un personaje redondo, rico en contradicciones y giros, complejo y latente impregnado de vida. No se parecía a nadie: andaba como nadie y nadie hablaba como ella.
Si de por sí nombrar ¿Qué fue de Baby Jane?, Peligrosa, Jezabel o All About Eve nos remite a la omnipresencia de Bette.
Sin duda era una mujer incomprendida, para algunos difícil de aceptar; para otros simplemente Bette Davis.
Se retiró como toda una estrella, después del Festival de San Sebastián tras decir que le habían devuelto la vida. A pesar de haber recibido dos premios de La Academia, Cannes, BAFTA no habrá ni existirá galardón que pueda realmente significar su magnánima trayectoria.
Su epitafio dice: “Lo hizo del modo difícil”; pues es así como vivió. Rodeada de bellezas como Marlen Dietrich, Greta Garbo se abrió paso por su carácter, personalidad y talento. A veces dulce y amarga, dadivosa y altiva parece verse reflejada en el personaje de All About Eve, la estrella que se muestra a su público contundente y que al final está sola y desprotegida.
Tras toda esa imagen de la gran diva, se encuentra Bette la mujer que sacrificó mucho para ser lo que es: La Reina de Hollywood, La bola de fuego o simplemente Bette Davis “La única”.
Escrito por: Elder Cuevas